Si eres de los que te fijas en la letra de los temas musicales igual te has planteado si existe en realidad la cueva de la popular canción “Que llueva que llueva la Virgen de la Cueva”. A tu pregunta he de decirte que según una leyenda pertenecería a la Cueva Santa en la localidad castellonense de Altura.
Se trata de un orificio de veinte metros de profundidad, antiguamente conocido como “Cueva del Latonero” donde los pastores y sus ganados se refugiaban durante las largas noches. Desde su interior desciende una escalera hasta el recinto donde se halla la capilla de la Virgen cerrada por una reja. Desde 1502 a la Santa imagen, un bajo relieve de yeso de 20 centímetros de alto por 10 de ancho, se le atribuyen infinidad de acciones milagrosas que más tarde abarcaremos.

Para conocer su historia tenemos que remontarnos hasta 1410. Según la tradición fray Bonifacio Ferrer, hermano de San Vicente Ferrer, realizaba y repartía a los pastores imágenes de la Virgen en la Cartuja de Vall de Cristo de Altura. La finalidad de este regalo es que pudiesen darle culto en sus refugios cuando tuviesen que partir del pueblo dado que su tamaño era tal que podían trasportarla en el zurrón sin apenas ocupar espacio.
En uno de aquellos viajes uno de los pastores decidió resguardarse junto con su ganado en la Cueva del Latonero, donde había un manantial para poder refrescarse y beber sus animales. Se dispuso a rezar, colocando a la Virgen en una roca decorándola con flores silvestres. Cuando dejó la cavidad la imagen se quedó olvidada en un rincón.
Cien años más tarde un pastor pasó la noche con su rebaño y se encontró con la Virgen abandonada. Cuenta la leyenda que cuando el hombre estaba a punto de dormirse se le apareció la Virgen y le indicó el rincón donde se encontraba para que pudiese darle culto. Este acudió al lugar y la encontró.
Desde aquel hallazgo se le atribuyeron a la Virgen una serie de milagros a los más necesitados. Un ejemplo de ello es el de un joven ciego de nacimiento, quien allá por 1649 llegó al Santuario junto con su lazarillo. Le rogó su curación y milagrosamente, ante el asombro de varios testigos, recobró la vista.

En 1726 la Comunidad Valenciana sufrió una sequía general que puso en peligro las cosechas. Se trasladó a la Virgen y los labradores de pueblos de alrededor le rogaron, según indican las crónicas, diciendo: “no plourà fins que no ixca la palometa”. Cariñosamente se le llamaba la Blanca Paloma. Se cuenta que aquel 27 de febrero amaneció lloviendo y nevando y no pararía hasta una semana después, cuando se llenaron todos los huertos del Reino. Es por ello que se le atribuye, bajo esta leyenda, la canción infantil popular “Que llueva que llueva la Virgen de la Cueva”.
El Santuario de Nuestra Señora de la Cueva Santa está situado a 811 metros sobre el nivel del mar, a 12 kilómetros de la localidad de Altura. Se ha convertido en un lugar de culto y peregrinación desde tiempos ancestrales, sobre todo desde lo ocurrido en 1502. Desde la aparición, se cambió el nombre a la cueva, se erigió la capilla y con el paso del tiempo se acabó transformando en el actual Santuario.
Para este texto nos hemos basado en uno de los capítulos del libro “¿Cuánto sabes de la Comunidad Valenciana?: Logros, méritos y récords extraordinarios” de la editorial Sargantana. El cual recomendamos leer para descubrir este y otros datos insólitos de Castellón, Valencia y Alicante. Puedes leer la entrevista que hicimos a su autora aquí.
Fuente imagen principal: http://comunidadvalencianamemoriayarte.blogspot.com.es
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La autoría de Fray Bonifacio Ferrer es una invención del siglo XIX, pues los propios cartujos nunca atribuyeron a este ilustre religioso la autoría de la imagen. De hecho, cuando él llegó a Valldecrist en 1410, los cartujos alturanos ya llevaban varios años repartiendo estas imagenes.