En Valencia tenemos el Gremio de Maestros Confiteros más antiguo de Europa, como gremio de maestros confiteros. Para conocer su historia nos tenemos que remontar a finales del siglo XIII, concretamente al año 1283, fecha en la cual el Gremio de Cereros y Confiteros, bajo el patronazgo de San Miguel Arcángel, da sus primeros pasos gracias al azúcar que se introdujo en la Península durante el al-Ándalus.
La caña de azúcar nació a mucho kilómetros de aquí, en la India. De allí pasó a Indostán, Arabia, Persia y Siria, posteriormente a Grecia y Roma y finalmente a la Península con los mozárabes. Con la conquista cristiana del siglo XIII, el Reino de Valencia comienza a cultivar campos de azúcar, sobre todo en la actual comarca de la Safor y en el barrio del Canyamelar.
¿Sabías que el nombre de este último proviene del cultivo de la caña de azúcar? No solo porque en estas tierras abundase este producto sino también por la denominación de la palabra “azúcar”. Como ya sabes, gracias a los mozárabes en la Península comenzamos a tener este ingrediente tan dulce. En mozárabe-andalusí azúcar es assukkar, también conocido como zumo de canyamel, que a su vez es azúcar en valenciano. Si juntamos el origen de este vocablo y la extensión de campos de caña de azúcar en dicho barrio, tenemos la razón por la que esta zona se conoce actualmente como Canyamelar.
Pese a que se empezase a trabajar la caña de azúcar en el siglo XIII, no será hasta los siglos XIV y XV cuando entre a formar parte muy importante de la economía valenciana. Era tal el auge que alcanzó que desde 1420 se exportaría a toda Europa, siendo los mayores productores Gandia y Oliva.
En 1644, se le otorga el reconocimiento de Colegio Mayor y el patronazgo recae en manos de San Dionisio de Paris, popularmente conocido en Valencia como Sant Dionis, patrón de los enamorados de la capital del Turia. Cada 9 de octubre, en la ciudad se rinde devoción con La Mocadora y, durante los días previos a la festividad, el Gremio de Maestros Confiteros de Valencia pone en marcha un concurso de los escaparates más bonitos de las pastelerías asociadas al gremio, premiando el sabor y la belleza expuesta del dulce tradicional elaborado con mazapán.
En aquella época no podía ser Maestro cualquiera, no bastaba con estudiar como en otros oficios, para ganarte el título honorífico tenías que pasar varias fases. En primer lugar, un aprendizaje de ocho años que luego culminaría con un examen ante un Tribunal formado por jurados del Cabildo Municipal. Si conseguías superar la prueba, todavía necesitabas algo más: estar casado oficialmente o haberte prometido a casarte ante la Iglesia, dado que solo podía ser Maestro el “cap de casa”.
En la bandera del gremio, datada en el año 1950, se observa la fecha de 1646, dado que marca el renacimiento del Gremio bajo el reinado de Carlos II. Es por ello que en el estandarte se encuentra la moneda con el rostro del monarca.
Desde 1988 tenemos en Valencia la Escuela Superior de Pastelería, donde se forman a profesionales y aprendices para que esta profesión con tanta historia siga viva en la capital del Turia. Tiempo más tarde, con la dirección del gremio de don Miguel Furió Cortés, la escuela se juntó con la sede gremial y se instaló en un local mejor equipado y más grande en la calle Hugo de Moncada, 4, ubicación actual. Esta se inauguró el 27 de junio de 1994 y se renovó a finales de 2015, reinaugurándose finalmente el 25 de abril de 2016.
Hoy en día, con el prestigio reconocido por todo el sector del mundo de la pastelería a nivel nacional e internacional, se sigue formando a una gran cantera de profesionales tanto a nivel gremial, con la asociación de profesionales pasteleros, como a nivel de Escuela, donde tienen varias clases de cursos, tanto largos, enseñanza de la profesión con certificación profesional como nuevos reposteros; como cortos, a nivel profesional y amateur, siendo estos últimos muy solicitados por cualquier ciudadano para iniciarse, seguir formándose o reciclarse.
Para acabar, un dato que te encantará saber si eres adicto al dulce. La Universidad Politécnica de Valencia elaboró un estudio donde se demuestra que el consumo del dulce, del azúcar y de los productos de pastelería en general, no es perjudicial, siempre y cuando no se abuse de él y el producto esté elaborado con ingredientes naturales de calidad y con las medidas adecuadas correspondientes.